Mucho se está hablando y se hablará sobre esta maravilla, que ojalá veamos hecha realidad pronto. Me llama la atención, sin embargo, que la mayoría de los comentarios que se leen estos días se centran únicamente en la realidad aumentada y en las posibilidades de interacción social. Aunque comparto la fascinación y el asombro, mis inquietudes, más prosaicas, van por otro lado.
Creo que la clave -y el verdadero desafío- para el éxito de esta tecnología está en una vieja asignatura pendiente bien conocida por todos: el reconocimiento e interpretación de la voz.
La posibilidad de acceder a todos los servicios de un terminal móvil sin utilizar las manos y en un entorno de realidad aumentada, tal y como sugiere el video, es abrumadoramente seductora. Sin embargo, lo que realmente marca la diferencia es la interacción hombre-máquina por medio del lenguaje natural.
Si el interfaz no siempre entiende/transcribe correctamente lo que se le dice, o si tiene un umbral muy exigente y plantea dificultades insalvables a muchas personas en función de su acento (problema bien conocido con otros dispositivos), lo que podría ser una experiencia revolucionaria se puede convertir en algo incómodo y frustrante. Y no olvidemos que, en este caso, no hay un teclado como «método alternativo».
Por eso me pregunto si, en cierto modo, no será el lenguaje la última barrera entre lo físico y lo virtual.
¿Podrá Google superar el desafío? Sinceramente, de Google ya me creo cualquier cosa. El mero hecho de plantearse el reto y hacerlo público, en lugar de trabajar en el más estricto secreto como sin duda harían otros, ya es digno de aplauso. ¡Que tengan suerte! Si lo consiguen y me lo puedo permitir, seré un orgulloso “early adopter” ¿y tú?.
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