¿Qué término es más correcto, bitácora o blog? Respuestas a una duda muy extendida en la comunidad bloguera.
[Editado en 2013: La RAE ha autorizado recientemente el uso de la palabra blog. Era cuestión de tiempo que sucediera, aunque hemos tenido que esperar muchos años. En este post, anterior a dicha medida, se defendía con argumentos el uso de la palabra blog frente a otras opciones que, pese a ser poco adecuadas, llegaron a tener (y aún tienen) cierta popularidad.]
El término blog no aparece en el DRAE (Diccionario de la Real Academia Española). Sí aparece la palabra bitácora, pero sólo recoge la acepción correspondiente a un tradicional armario náutico (los lectores más «marineros» recordarán el mueble para la brújula, fijo a la cubierta, que normalmente se encuentra junto al timón de los barcos y donde en ocasiones se guarda el “cuaderno de bitácora” de la nave).
No obstante, desde el año 2005, la RAE recoge en su Diccionario panhispánico de dudas el uso extendido del término bitácora como traducción común de blog o weblog [1]. También comenta esta obra otros términos que se vienen usando, quizás aún menos afortunados, como ciberbitácora, sugestivo palabro que funcionaría de perlas como nom de guerre de un personaje de cómic, o ciberdiario, palabra que sin duda producirá confusión por ser usada con más frecuencia como equivalente de periódico digital.
Un blog es un blog
Pues sí. Un blog es un blog, un recurso nuevo y distinto que guarda solo un débil parentesco con aquella hermosa práctica, ya casi en desuso, de anotar las experiencias personales en forma de diario manuscrito o de llevar un registro de los avatares náuticos y las efemérides locales. El término blog define un concepto que no podía existir antes de Internet y que por tanto carece, necesariamente, de un nombre consolidado en el lenguaje con anterioridad. Por mucho que busquemos palabras en nuestro idioma que nos hagan un apaño, nada encontraremos que nos permita eludir la temida aféresis anglosajona blog.
En este caso, como en otros similares y por desgracia frecuentes en el entorno de las nuevas tecnologías, nos resistimos en vano. ¿A qué empecinarnos, como siempre, en hacer piruetas con el lenguaje para no admitir soluciones que vienen de fuera? ¿Nunca llegaremos a convencernos de que entre las muchas y elevadas virtudes que adornan nuestra lengua no se encuentra la flexibilidad para nombrar conceptos nuevos?
En su discurso en la Real Academia a finales de 2007, el periodista y académico Juan Luis Cebrián incluyó un certero y celebrado alegato en defensa de la adopción definitiva del término blog[2]. Todavía hoy, cuatro años después, esta palabra sigue apareciendo en los periódicos “en cursiva”, como palabra ajena.
Llamemos a las cosas por su nombre. Adoptar los extranjerismos necesarios es una práctica tan saludable para el idioma como rechazar los que están de más.
Referencias
[1] Diccionario panhispánico de dudas. 2005. Palabra bitácora [http://buscon.rae.es/dpdI/SrvltGUIBusDPD?lema=bit%E1cora]
[2] Cebrián, Juan Luis. 2007. La vida en un blog. elpais.com 5/11/2007 [http://www.elpais.com/articulo/tecnologia/vida/blog/elpeputec/20071105elpeputec_1/Tes]